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jueves, 6 de agosto de 2020

Aventuras del Rey Arturo-

QUIEN EXTRAIGA LA ESPADA DE ESTA PIEDRA

ES EL REY DE INGLATERRA POR DERECHO

DE NACIMIENTO.

                                              

Los reyes de Inglaterra se peleaban por probar su suerte con la espada. Los más fuertes y valientes caballeros intentaron sacarla, pero no lo lograban. Merlín vio que algunos estaban furiosos y podían empezar a luchar entre ellos, así que decidió organizar un torneo entre los caballeros y posponer para el final de los juegos la ceremonia de la espada.
Ese torneo fue muy recordado en Londres, porque acudieron los mejores y más nobles caballeros, entusiasmados con la posibilidad de convertirse en reyes de Inglaterra si sacaban la espada. También acudió Antor para llevar a su hijo Kay; quería que él conociera a algún caballero que lo tomara como ayudante o escudero y con el tiempo lo iniciara en la caballería.
Junto con ellos, fue también Arturo, que nunca había ido a Londres y ansiaba ver los torneos. Cuando llegaron, Kay fue invitado a pelear junto a un caballero, pero había olvidado su espada. Entonces, le pidieron a Arturo que volviera a Cornwall a buscarla. El joven se entretuvo viendo los combates y paseando por la ciudad, hasta que se dio cuenta de que se hacía de noche y no iba a llegar de vuelta a tiempo con la espada de Kay. Entonces, un viejo mendigo se acercó y le preguntó qué le pasaba:
—Buen anciano —le respondió amablemente Arturo—, tendría que estar en este momento en casa buscando la espada para mi hermano, pero me distraje y se me hizo tarde.
—No te preocupes, joven, he visto una hermosa espada en una piedra en el patio de la iglesia, puedes tomar esa, si te gusta —le contestó el extraño anciano.
Mientras el viejo hablaba, una niebla incierta comenzó a flotar alrededor de Arturo, como un velo blanco y espeso. Cuando se disipó, Arturo se hallaba frente a la roca que tenía clavada la espada de los reyes. El muchacho se sorprendió muchísimo del extraño viaje, y Merlín (que no era otro que el anciano mendigo) sonrió, porque le complacía causar asombro a los mortales.
 
Fragmento de El rey Arturo, historia y leyenda. Buenos Aires.
Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires. 2008.

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