—¿A dónde te vas?
—A un lugar… que queda por allá.
—Por allá, ¿es lejos?
—No… más o menos, no tan lejos; es cerca del coso.
—¿Qué coso?
—Ese coso que una vez te contaba…
—No me acuerdo, Natacha.
—… dale, si yo una vez te dije y vos me dijiste, Bueno, andá.
—Pero ¿¡dónde vas a ir?!
—¡Y, ya te dije, mamá! ¿¡o no me oíste!?
—Te oí, pero no entendí nada.
—Voy cerca de la casa de la nena.
—¿¡Qué nena!?
—De esa que un día me hizo un regalo.
—¿Un regalo?, ¿cuál?
—¡Ufa, no me acuerdo! … es esa que tiene el pelo todo así.
—¿Enrulado?
—No, todo como así… ¡qué vive cerca de ese lugar que vimos una vez!
—¿¡Qué lugar, Natacha!?
—Ese que queda cerca del quiosco que está a la vuelta de por allá, ese que tiene todo como una cosa así con colores y qué sé yo.
—¿El quiosco de la esquina?
—No, uno que tiene un aparato que da vueltas…
—¿La maquinita que da caramelos?
—¡No! ¡Nada, pero nada, pero nada que ver! ¡Uno que da vueltas, mamá!
—No sé, Natacha, en un quiosco algo que da vueltas… qué sé yo qué será.
—Bueno, pero vos dejame.
—Está bien, pero ¿qué vas a comprar en el quiosco?
—No, en el quiosco no, yo voy como si fuera más al lado, más para allá…
—No sé dónde es, Natacha.
—Que uno vez vos me dijiste, Bueno, andá.
—¡Sí, ya sé que te dije eso!
—Y bueno, entonces dejame de nuevo y listo, para qué pegar tantas vueltas ¿no?
En: Luis María Pescetti, Natacha, Buenos Aires, Alfaguara infantil, 2010.
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