Rafles
–¡Mamá!
–No grites, Natacha, ¿qué querés?
–Que vengas.
–Ya te oí, pero estoy trabajando, ¿qué querés?
–Venííí.
–¡¿No me podés decir qué querés a ver si desde acá te puedo
decir?!
–No, quiero que veas.
–¿Qué vea qué?
–... que te quiero hacer una pregunta.
–Si es una pregunta no hace falta que la vea.
–¡Sí... vení te digo!
–La puedo oír, Natacha; decime y dejá de gritar que nos van
a echar del edificio por tus gritos.
–¡¡¡VENÍÍÍÍ!!!
–... (no, del edificio no, de la ciudad nos van a echar).
–Dale, mami... por favor vení.
–Ya te dije que no.
–...(silencio)
–...(silencio que presta atención al otro silencio)
–...(silencio muy sospechoso).
–Natacha, ¿qué estás haciendo?
–...(ruidos, risas).
–¡Natacha! ¿Me querés decir qué estás haciendo? ¡Mirá que
voy!
–¡No, no vengas!
–¿¡Cómo que no vaya!? ¡Claro que voy!
–¡No, mami! ¡En serio, por favor no vengas!
–Lo único que faltaba, ya mismo voy a ver qué estás
haciendo (se levanta y va). Natacha, abrí la puerta.
–No puedo.
–¡¿Querés abrirla por favor?!
–No, mami, no hace falta.
–¡¿Qué no hace falta?!
–Ya está, mami.
–¡¿Qué cosa ya está?!
–Lo que te decía que vengas, ya no importa.
–¡¿Qué rompiste, Natacha?!
–Ufa, nada, mami.
–¿Y ese ruido? ¡¿No habrás roto la cajita de música?!
–¿Cuál?
–La que te regaló la abuela, no la habrás roto,¿no?
–Total no era linda.
–¿¡¡Cómo ERA!!? ¿La rompiste? Te mato, Natacha, abrí la
puerta.
–No fui yo mami, fue Rafles.
–¡¿Quién es Rafles?!
–...(ay).
–¡Natacha! ¡¿Quién es Rafles?!
–...(ay, ay, ay).
–¿Qué son esos ruidos? ¡¡¡NO!!! ¡Natacha! ¡¡¡Vos ahí tenés
un perro!!!
–... te dije mamá que ya no importaba (abre la puerta).
–¡¿De dónde sacaste ese perro?!
–No te preocupes, mamá, lo encontré en la calle.
–¡¿En la calle!? ¡Ya mismo lo sacás de la casa!
–¡No, si él se va yo también me voy!
–¡Perfecto!
–No mami, dejame, siempre quise tener un perro.
–Pero vivimos en un departamento, Nati... no se puede.
–Por favor, mamá.
–...es un lío...
–¿Viste qué lindo que es?
–... mirá cómo está tu cuarto, todo revuelto, Natacha.
–Es el Rafles, mami, que no se quiere quedar quieto, ya le
dije que si no se porta bien se va de la casa.
–Ya no se portó bien, Natacha, ya se tiene que ir, destrozó
tu cuarto.
–No, pero ahora recién empieza a aprender.
–Si así empieza, cómo será cuando termine.
–Vas a ver qué bien se va a portar. Yo le voy a pegar
cartelitos para recordarle que se porte bien.
–El perro no lee.
–Yo le voy enseñar a leer y a escribir.
–Los perros no leen ni escriben, Nati.
–El Rafles sí, mamá.
–Mirá, Natacha, vamos a regresarlo a la calle.
–No mamá, te prometo que yo lo cuido.
–...(silencio que se imagina bañando y dando de comer al
perro).
–Sí, mami, vas a ver.
–Mirá... vamos a probar una semana, si se porta mal se va.
¿De acuerdo?
–So.
–¿Sí o no?
–Ni.
–¡Natacha!
–Ufa, bueno sí.
–Vení, vamos a llevarlo al veterinario.
–¿Para qué, mami?
–Para que lo bañen y lo vacunen, Natacha, vamos.
–Vení, Rafles que en el camino te empiezo a enseñar... mirá,
esta es la letra W
jajajajja otro lió mas
ResponderBorrarseño que lindo es la historia y otro lió mas
Borrarjaja que chistoso
ResponderBorrarjajaja me encanto
ResponderBorrar¡Jajaja! Que lío que hace Natacha
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