Sobre
esta obra
Circe
era una diosa y hechicera que vivía en la isla de Ea. Transformaba a sus
enemigos o a los que la ofendían en animales. Era famosa por sus habilidades
para realizar pociones mágicas. Cuando Odiseo llegó a la isla de Ea, Circe encantó
a la mitad de los marineros que lo acompañaban. No pudo, sin embargo, encantar
a Odiseo. Él contaba con la ayuda de los dioses.
¡Que sea la Odisea!
Episodio de Circe
Presentadora:
Ulises y los muchachos, con abatimiento y desilusión, prosiguen otra vez la
navegación.
Presentador: Y al
cabo de unos días de difícil travesía arriban a una isla desconocida y bajan a
buscar algo de comida. (Ulises y los
muchachos terminan de comer.)
Ulises: Creo
que sería conveniente explorar un poco el lugar. Yo me quedo a cuidar la nave
y, ustedes, vayan a ver qué sitio es este y qué sucede.
Presentadora:
Después de una larga recorrida, los muchachos encontraron un bosque de
vegetación tupida.
Presentador: Y en
medio del bosque una mansión, rodeada de leones y lobos con cara de bobos.
Presentadora: Era
una mansión inmensa, y allí vivía nada menos que Circe, la maga de las doradas trenzas.
Y aunque el lugar parecía un paraíso, los hombres eran víctimas de terribles
hechizos.
Presentador: Los
muchachos se acercan a la mansión y se escucha la voz de Circe. Es dulce,
encantadora y tan hermosa, que por ella harían cualquier cosa.
Circe:
Adelante, adelante. Me encanta recibir nuevos visitantes.
Muchacho 1 (Al
muchacho 2.): ¡Qué belleza! ¡Qué encanto! Nunca una mujer me atrajo tanto.
Muchacho 2 (Al
muchacho 1.): ¡Qué mujer! ¡Qué hermosura! ¡Qué gracia y qué figura!
Circe:
Pasen, pasen. Deben estar sedientos, cansados y, sobre todo, hambrientos.
Muchacho 2: La
verdad es que estamos agotados y no nos vendría mal algún bocado.
Muchacho 1: Y
también estamos muertos de sed, sería muy agradable algo para beber.
Circe (Los
invita a sentarse en cómodos asientos y les ofrece exquisitas bebidas y
alimentos.): Sírvanse, para mí es un honor tenerlos conmigo. Me gustaría que
fuéramos amigos.
Muchacho 1 (Se
sirve a manos llenas.): Um, ¡qué delicioso manjar! ¡Es un regalo para el
paladar!
Muchacho 2 (Bebe
de un trago varias copas.): ¡Esto es vida! ¡Una mujer hermosa y abundante
bebida!
Presentador: Pero
cuando estaban en lo mejor del banquete, prendidos a la bebida como un bebé al
chupete, Circe se mostró como lo que realmente era: una terrible hechicera.
Presentadora: Tocó
a los muchachos con su varita mágica y tuvo lugar una transformación trágica.
Presentador: No
sólo les hizo perder la memoria y todos los recuerdos, sino que de pronto, ¡los
convirtió en cerdos! (Los muchachos desaparecen y en su lugar hay dos cerdos.)
(…)
Presentadora: Y
mientras los muchachos permanecen prisioneros, Ulises empieza a preocuparse por
sus compañeros.
Ulises: ¿Qué
habrá sucedido con los muchachos? ¿Se habrán perdido o estarán borrachos?
¿Alguien los habrá atacado o estarán presos? ¿O se habrán vendido por unos
pesos?
Presentadora: El
ingenioso Ulises se acerca al palacio de Circe, la maga. Y ya está por entrar,
amaga…
Presentador: Sí,
ya está por entrar y amaga pero aparece una figura misteriosa y no deja que lo
haga.
(Entra un hermoso
joven con una varita dorada en la mano y se dirige a Ulises como si fuera su
hermano.)
Hermes: Escúchame,
Ulises, el de los muchos matices. Soy Hermes, el mensajero de los dioses, el
que no se duerme.
Ulises: ¿Y
venís a protegerme?
Hermes: Así
es, Ulises, vengo a advertirte que tus compañeros están en poder de Circe. Los
convirtió en chanchos, y como ya sabemos que chancho limpio nunca engorda, los
encerró en una pocilga llena de roña.
Ulises: ¡Es
una demonia! ¡Yo los voy a rescatar! ¡No voy a dejar que se pudran en ese
inmundo lugar!
Hermes:
Escuchá, Ulises, por más que tengas un buen cerebro, vos también podés terminar
convertido en cerdo.
Ulises: Estoy
de acuerdo.
Hermes: Pero
yo estoy aquí para ayudarte. Tomá esta planta de raíces negras y flores
blancas. Circe va a tratar de convertirte en animal pero con esta planta no
podrá hacerte mal. Cuando te quiera tocar con su varita mágica, sacarás tu espada
y ella retrocederá, totalmente aterrada.
Ulises:
Creerá que le quiero dar muerte.
Hermes: Y te
va a ofrecer lo que quieras para detenerte. Pero antes de aceptar lo que te
ofrezca, debés exigirle que jure ante los dioses que no te hará daño. Si no, es
capaz de darte con un caño.
Ulises:
Gracias, Hermes, muchas gracias por protegerme.
Presentador: El
valeroso Ulises llegó a la mansión de la hechicera y golpeó la puerta, que en
un instante quedó abierta.
Circe:
Adelante, adelante, pasá, ilustre visitante. Bebé de esta copa de oro, contiene
una bebida deliciosa y singular.
Ulises (Para
sí.): Que me puede convertir en animal.
Circe (Lo
toca con su varita mágica.): Y ahora, andate al chiquero y reunite con tus
compañeros.
Ulises: Cuidado,
no soy un tonto ni un improvisado. (Desenvaina la espada y se lanza sobre
ella como un bebedor que quiere descorchar una botella. Entonces Circe cede y
de inmediato retrocede.)
Circe:
¿Quién sos, extranjero, que no puedo llevarte a mi chiquero? ¿De qué tierra
venís? ¿Cuál es tu país? Sé que hay un solo hombre capaz de resistir a mis
encantamientos: Ulises, el héroe de Troya, el de los muchos talentos.
Ulises: Sí,
muchos talentos, pero lo que está lento es este viaje. Y hace rato que quisiera
estar en mi tierra, y sin embargo todo el tiempo encuentro obstáculos.
Circe:
Bueno, hombre, pero eso es parte del espectáculo. Decime de una vez si es a
Ulises a quien tengo delante de las narices.
Ulises: Sí,
soy Ulises, el de los muchos matices, el héroe de Troya, el navegante joya, y
no voy a ir a parar a una pocilga sucia, porque soy un hombre de gran astucia.
Adela Basch